En el diario acontecer de las ciudades, y específicamente de las localidades de Bogotá, se trenzan luchas intensas por la consecución de la información, por entregar —en lo posible y verazmente— lo que el periodista social o comunitario ha logrado investigar, sin dejar de lado su objetividad.
Sin embargo, existe un tipo de periodistas alternativos que, por la inmediatez, la urgente necesidad de mejorar su infraestructura y sus equipos logísticos, y el ánimo inaplazable de darse a conocer frente a su comunidad o a algunas instituciones cercanas, no dudan en poner en peligro esa autonomía e independencia que deben observar como medio alternativo. Esto significa, ni más ni menos, estar bajo el paraguas de los medios de comunicación alternativos sin estar materialmente dentro de ellos.
Se plasma en el Acuerdo 292 de 2007 del Concejo de Bogotá y en el Decreto Distrital 149 de 2008, que desarrolla la política pública de medios alternativos, en los cuales, de fondo, se trata la expresión genuina de la participación ciudadana.
El periodismo alternativo es aquel que no depende de los aportes oficiales ni de los medios masivos comerciales, ya que estos últimos suelen adaptarse a los quereres e intereses de las entidades o instituciones que les contratan pauta o les compran espacios para comercializar sus productos, ideas, empresas o personas.
Los medios alternativos, per se, son recursivos; sus gestores recurren al préstamo, a la solicitud solidaria de amistades y al sentimiento altruista de un mecenas que cree en ese modelo de llevar información al público.
En algunas Juntas Administradoras Locales del Distrito se da la pelea por la discusión, aprobación y creación de Consejos Locales de Medios Alternativos. Incluso se deja algún pequeño presupuesto para repartir, como migajas, entre los medios allí reunidos.
Y eso no está bien, porque el solo hecho de pensar que su funcionamiento depende de un presupuesto entregado por algún fondo de desarrollo local pone en entredicho su independencia y autonomía informativa. Esta es la razón por la que la alternatividad informativa resulta más creíble y con menos compromisos institucionales, pero sí con una gran dosis de responsabilidad.
Como otra opción para acceder a información, podemos acercarnos a las oficinas de prensa de las alcaldías locales. Sin embargo, por depender totalmente de la administración local (alcalde o alcaldesa), la información que entregan a la comunidad no goza de total credibilidad, ya sea por su dependencia económica o por la subordinación funcional.
No se conoce un número exacto de medios alternativos comunitarios de comunicación en La Candelaria. Solo tengo alguna vaga idea del periódico EL BALUARTE y de otro conocido como La Bagatela. Y no es por falta de interés; básicamente es porque el medio no se divulga ni se hace conocer. Cuando esto sucede, es lógico que sus contenidos tampoco lo sean.
💡 Sugiero respetuosamente a los directores de esos medios informativos alternativos realizar una campaña integral de divulgación para, de esa manera, hacerse conocer.
✍️ Por Luis Edye Villa A.
Candelario por adopción