Glorias y dolores del pretérito.

Antonio Valencia Salazar
Fueron los conquistadores españoles fundadores de ciudades, quienes agregaron a la planimetría de las manzanas, calles y carreras de los nuevos poblados en el nuevo mundo, la plaza, como eje central de la actividad humana.
La Plaza mayor, en este caso Bogotá, era el lugar preferido por los “citadinos” de ayer, tal como ocurre hoy, donde se dan cita, gracias a la penuria económica que los ronda, los desempleados y los ancianos para comentar uno que otro tema relacionados con la vida nacional.
En la prehistoria, la plaza era la explanada en la que se reunían los hombres vinculados por creencias y ritos comunes, las mismas leyes de gobierno y costumbres para sus ceremonias, mercados y asambleas políticas. En Caldea y Egipto aun se observan terrazas de templos y altares, en los cuales las muchedumbres se atestaban para asistir a las ceremonias teocráticas. Así, la plaza hunde sus raíces en el fondo de los siglos hasta llegar a la cultura helénica con nuevas funciones para los ciudadanos.
El padre de la Historia Heródoto refiere las palabras de Ciro el grande, fundador del imperio persa (IRAK) quien menospreciaba a los griegos: “nada tengo que temer de esos hombres que tienen en medio de sus ciudades una plaza (ágora) donde se reúnen para engañarse los unos a los otros”. No sabía Ciro que los que allí concurrían hablaban de política, filosofía, ciencias, arte y religión. Atenas no tuvo planos previos en la construcción del ágora, según los estudiosos del tema o la “plaza mayor” de las ciudades.
Grecia y Roma en sus planes de conquista de nuevos territorios fundaron ciudades de estratégica ubicación. Así España fue invadida por legionarios con los códigos urbanísticos y colonizadores. No dejó de influir el texto de Vitrubio sobre el “foro” que más tarde Hispania llamo simplemente “Plaza “. Pero dejemos de lado esta interesante introducción sobre su origen y vamos a la plaza de Bolívar (mayor) que es el objetivo de la crónica.
Los conquistadores de los territorios del nuevo mundo, Colombia entre ellos se afanaron en fundar ciudades. Creían servir a Dios y al Rey, y tales actos permitían riquezas, distinciones regias, recompensas de la Divinidad y títulos nobiliarios. La plaza mayor, hoy de Bolívar se ubicó en el corazón del Valle de los Alcázares, que así llamó Gonzalo Jiménez de Quesada a la recién vista Sabana de Bogotá.
Su historia parte de la fecha de la “Real Fundación de Santafé“, según el historiador Medardo Rivas. Pero la fecha, 6 de Agosto de 1538 oficializada como origen de la capital de Colombia, urbanísticamente no corresponde pero en ese día se celebraron festejos memorables. El general don Gonzalo Jiménez de Quesada instaló a sus soldados en 12 chozas construidas en Teusaquillo, aposento del Zipa; y con sus milicianos asistió a la Santa Misa, con el regocijo de sus hombres, pues el conquistador y fundador dejó de lado sus pretensiones de buscar los nacimientos del río Magdalena, objetivo de la misión encargada por Carlos V. Tomó pues posesión de esta tierra y le dio el nombre de “Nuevo Reino de Granada”. No nombró en esta ocasión justicia (alcalde) ni regimiento (Regidores) horca ni cuchillo (rollo), ni otras importantes cosas… ni el trazado urbanístico de la ciudad.
Meses después llegaron al Valle de los Alcázares, los capitanes Nicolás de Federman y Sebastián de Belalcázar, de Venezuela, y Perú, en su orden al frente de sus tropas. Eso fue en 1539, mes de marzo. Belalcázar era urbanista y colonizador con 30 años de experiencia y entendió la falta de una ciudad como sede del gobierno. Explicó esto a Jiménez de Quesada para iniciar la fundación ajustada a la legalidad y urbanismo español.
El padre Simón refiere que Jiménez de Quesada dio órdenes de poner manos a la obra, señalamiento de calles, solares y “plaza“ ,con la mejor parte de la tierra para la iglesia y todos los vecinos según sus cualidades.
J. Friede en su obra fundación de Santafé, cita al capitán Vicente Bernal, quien estuvo presente en estos actos, quien sostiene que “se fundó esta ciudad de Santafé a veintisiete de abril de 1539 que nombró alcaldes y regidores de ella”. Así, los servicios públicos, arreglos y transformaciones, actos políticos y cívicos en la plaza mayor comenzaron un domingo, 27 de abril de 1539.
La plaza de Bolívar, ayer “Mayor“, es el corazón de Bogotá. Para medir las distancias con otras ciudades o regiones, se parte del centro de la plaza. Los primeros datos astronómicos de Bogotá se basan en cálculos del Observatorio, edificio inmodificable. Los hizo públicos en 1572 el geógrafo López de Velasco con medidas usadas en España. El padre Simón exagerando un poco la ubicación de Bogotá afirmó “cuando el horizonte está limpio se alcanzan a ver los dos polos árticos y antártico aunque el antártico mejor” Con instrumentos mas perfectos hicieron las mediciones luego, entre otros Francisco José de Caldas, W. Reiss, Mosquera, Codazzi y Julio Garavito este último quien aparece en los billetes de veinte mil pesos. Jorge Álvarez Lleras fijó los valores siguientes, aceptados por el Estado: Latitud Nº 4º 35’ 56”; longitud de medida Greenwich 74º 53´ 50” y 2.630 metros de altura sobre el nivel del mar, dato exacto desde la Plaza de Bolívar. De allí irradia toda la red vial nacional. En cuanto a la fisonomía de la plaza fue mercado, plaza de la hierba; en 1542 plaza de San Francisco o de Santander, la central, o mayor en la Colonia.
Se llamó también Plaza de la Constitución al crear el Congreso de Angostura la República de Colombia y la ciudad adquirió el nombre de Bogotá. Tal suceso ocurrió el 12 de Febrero de 1820. Plaza de Bolívar se llama desde el 20 de Julio de 1846 cuando se colocó la estatua del héroe, tallada por Pietro Tennerani, y ratificado el nombre por el acuerdo municipal del 20 de Julio de 1847. “La Plaza tiene 127 varas con igual proporción, niveladas en cuadro”, dato aproximado, según Basilio V. de Oviedo.
La plaza tuvo su “rollo”. Consistía en una columna de madera o piedra. Rollo o cuchillo, picota y horca, era el tronco de un árbol en el centro, jurisdicción y poder delegados por el Rey a sus autoridades. El rollo fue testigo de castigo y ejecuciones. Ordóñez de Ceballos en “Viaje al mundo” 1585 dijo que el oidor Pérez de Salazar fue un tirano: “acaeció semana ahorcar dos hombres, tres negros y un indio; azotaba allí todos los días de mercado, desorejó y desnarigó dos mil personas“. La plaza tuvo pila pública. Con el correr de los años fue escenario de fusilamientos. Aun se hacían los mercados públicos, venta de productos de la agricultura, animales, pollos, gallinas, huevos. Las iglesias y monumentos a su alrededor fueron cementerios por orden real, cumplida por Fray Juan de los Barrios. Un lote camposanto fue dejado a los pobres. También fue plaza de toros para estos festejos de la fiesta brava.
En la época del terror, don Pablo Murillo el pacificador encargado por el Rey de la reconquista Española hizo fusilar en la Plaza Mayor a un significativo número de patriotas entre los cuales la heroína Policarpa Salavarrieta; otras ejecuciones fueron las del Almirante Prudencio Padilla, sindicado en el atentado al Libertador en la noche septembrina. Allí en el patíbulo fue ajusticiado el abogado José Raimundo Russi y dos de sus amigos, supuesto jefe de los “Ladrones de la calle del cubo” sindicado del homicidio del herrero Fierrito.
Tres caudillos han llenado la Plaza de Bolívar: las muchedumbres escucharon el verbo encendido de Jorge Eliecer Gaitán, en varias ocasiones. Es famosa la marcha del silencio y la oración por la paz; el General Gustavo Rojas Pinilla fue aclamado por la plaza a reventar de Colombianos tras el golpe militar. El pontífice Pablo VI la llenó con miles de católicos de todo el país.
El 9 de abril de 1948, asesinato de Gaitán, la Plaza de Bolívar fue escenario de sucesos históricos, sangre y violencia. La toma del Palacio de Justicia por el M-19 es un negro capitulo de la historia de Colombia con más de 200 muertos. Hoy los acontecimientos artísticos y culturales han reemplazado el pretérito. La plaza de Bolívar es el ágora que no deben de dejar de visitar los turistas del mundo. Como epicentro de la ciudad están allí el Capitolio Nacional, la Catedral, el Palacio de Justicia, el Edificio Liévano, la Capilla del Sagrario, el Palacio arzobispal, el Colegio de San Bartolomé y la Casa del 20 de Julio.

