¿Pensó acaso alguna vez Don Vicente de Nariño entrar por los siglos de los siglos en la historia de Colombia y de America? Tal vez. Fué el padre de Antonio Nariño, el precursor de la Independencia, traductor y difusor de los Derechos del Hombre, que habían redactado los enciclopedistas, autores intelectuales de la Revolución Francesa.
Hijodalgo de Santiago de Compostela, Galicia, Don Vicente de Nariño decidió viajar a América desde Castilla La Vieja, acompañado de Antonio de Ayala nieto y bisnieto y a la sazón en 1791 archiveros del Rey de Simancas, celador oficial de las cajas del Virreinato, tesorero uno de ellos de la Real Audiencia de Cuentas, Pretorial del Nuevo Reino de Granada en Santa Fe. Ambos eran de recia y rancia estirpe. El 11 de diciembre de 1754, Don Vicente de Nariño decidido a quedarse, quiso casa estable que compró por 5 mil 200 “patacones” al escribano real José Vélez de Guevara, “casa alta y baja de la catedral y la calle de la carrera, esquina de la casa del teniente general Juan de Cárdenas Barajas de la Villa de Archidoña en los reinos de España”.
Esa casa la decoró don Vicente y la adornó con los mejores muebles de la época, hasta el 8 de septiembre de 1758, cuando determinó casar con la distinguida dama de la sociedad granadina Doña Catalina Álvarez de Casal, hija muy preciada del distinguido jurista de Salamanca Manuel de Bernardo Álvarez y Doña Josefa de Casal, boda que fue bendecida por el ilustrísimo señor José Javier Arauz arzobispo de la Santa Iglesia Metropolitana. Presentes en la suntuosa ceremonia estaban Antonio de Ayala, Bárbara de Casal, Andrés Berdugo, Juan Luis Martínez Malo; el canónigo José Antonio Isabella registró en un libro especial el suceso aristocrático. La fiesta no se hizo esperar en la suntuosa casa de la carrera, hasta altas horas de la madrugada de tan especial fecha de alegría.
“En esta casa nació Nariño el 9 de abril de 1765, traductor de los Derechos Humanos”.
El 12 de julio de 1778 murió Don Vicente dejando a la viuda y 8 hijos del devoto matrimonio, siendo el cuarto vástago, Antonio, bautizado a los cinco días el 9 de abril de 1765 por Fray Ignacio López de la Orden de los Padres Agustinianos y sus nombres completos Antonio Amador José Nariño Álvarez. 19 años más tarde, quien sería el héroe, ingresó al Colegio Mayor y Seminario San Bartolomé y más adelante se matriculó en el Batallón de Milicias de Santa Fé, ascendió a Subteniente, fundó hogar en “La plaza de la hierba” o San Francisco. En 1784 Doña Catalina Álvarez de Casal su madre, árabe andaluza heredó la casona por testamento de su esposo don Vicente, abierto en 1778, 9 de noviembre. Nariño el hijo fue presidente del Estado Libre e Independiente de Cundinamarca entre 1812 y 1814 y Vicepresidente de la Gran Colombia en 1821. Su muerte ocurrió en la Villa de Leyva, como se sabe. En el suntuoso inmueble, casa museo y asiento y residencia del Presidente de la República de Colombia, sobre el costado occidental carrera 7ª en la pared se lee la siguiente placa en mármol: “aquí nació Nariño el 9 de abril de 1765”.
De Doña Catalina e hijos la propiedad pasó a Juana Inés Prieto de Ricaurte cuñada del prócer Camilo Torres, el del célebre “memorial de agravios”, más adelante a Francisco Silvestre Sánchez gobernador de Antioquia y autor de una coreografía del Nuevo Reino de Granada. En 1821 la ocupa el alcalde, regidor y prócer Mariano Torres y Andrade y posteriormente su yerno don Cristóbal Umaña Barrero y Jacinta Tovar Gutiérrez en 1864.
Funcionaron allí el Ministerio de Guerra y Gobierno, Estadística y aseos, alumbrado y vigilancia, auditoría de guerra, archivo de los ministerios, proveeduría y corte de cuentas. En 1896 Manuel Ponce de León Rector de la Facultad de Matemáticas trasladó su sede a la Casa de Nariño y ya se habían hecho mejoras por cuenta del gobierno.
Como residencia presidencial los planos fueron hechos por Gastón Lelargé y luego trabajó allí el arquitecto Julián Lombana, famoso constructor del Palacio Municipal tras el incendio de las galerías de Arrubla en 1900, Plaza Mayor, hoy Palacio Liévano centro del gobierno del Distrito Capital. Pasó luego a ser Palacio de la Carrera en la 3ª calle de la carrera. El 10 de julio de 1908 el Presidente Rafael Reyes inauguró la Casa de Nariño como sede del Jefe del Estado. Despachaba en el Palacio de san Carlos, hoy Cancillería, inaugurado a su vez en 1828 por el Presidente Libertador Simón Bolívar; Casa de Nariño hasta 1954 cuando el General Gustavo Rojas Pinilla Presidente regresa a San Carlos y luego vuelve a ser sede del gobierno colombiano en 1979.
En la sede presidencial están excelentes obras de arte
La parte histórica contiene muebles y enseres valiosos de la familia Nariño Álvarez y es museo que se puso a la contemplación del público hace varios años. Son famosos tanto en la parte histórica de la Casa de Nariño los lienzos de Vásquez de Arce y Ceballos, representante del arte colonial, José María Espinoza pintor de El Libertador, Andrés de Santamaría, Joaquín Gutiérrez, pintor de la Cámara de los Virreyes; Ricardo Acevedo Bernal, Ricardo Gómez Campuzano y obras de Fernando Botero y otros artistas más modernos. Las paredes y pasadizos de la Casa de Nariño exhiben mesas de talla monumental, arañas que alumbran majestuosamente todos los recintos del gobierno central, gobelinos, muebles antiguos y dos bustos de Bolívar, obras de Pietro Tennerani, otros más de próceres de la guerra de independencia y centenares de detalles que la hacen en el momento una joya del refinamiento arquitectónico y artístico, sin faltar los lienzos religiosos, otros de gobernantes de la Colonia y salones especiales donde el Presidente de la República recibe a los embajadores y delegaciones extranjeras de comercio y relaciones entre países colaboradores en el orden económico y cultural. Allí pues, nació el prócer Antonio Nariño para gloria de la patria colombiana.
En las presidencias de Alfonso López Michelsen y Belisario Betancur, la “monja gorda” de Botero adquirió fama en la pluma del caricaturista Héctor Osuna en “El Espectador”, pues ella “opinaba” sobre política y la marcha del gobierno. No sabemos si fue descolgada, o la olvidó Osuna.